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viernes, 21 de febrero de 2014


21.02.2014

LA CORTONA

 
La Cortona… un sueño, un anhelo, una ilusión.  Hablo de ese trocito de tierra de  algo más de un  área de superficie  que preside nuestro proyecto futuro, un proyecto de vida.
 
Hoy vengo a hablaros un poquito de ella, a contaros cómo es, donde está, que me trasmite…

Los que me conocéis, sabéis que llevábamos tiempo mirando parcelas para comprarnos algo en Asturias… era una ilusión, un sueño en tiempos de crisis, un gasto que no sabíamos hasta que punto podríamos abordar o no.

Pero este año pasado, me planté y dije que  pese a todo era ahora o nunca… y con esa profunda convicción nos fuimos a pasar parte de las vacaciones de verano a Asturias, con el firme propósito de venir con unas escrituras bajo el brazo (pues buena soy yo cuando se me mete una idea en la cabeza… cerebro blindado me llaman).

Lo que nos ocurrió al ver esta parcela fue un flechazo , amor a primera vista… un lugar en el que desde el primer momento dejamos volar la imaginación soñando con un futuro en plena naturaleza.
 
 
Os cuento donde está situada… para mí en un lugar inmejorable. Se encuentra en el concejo de Cangas de Onís, en el término de Triongo, a tan solo 10 kilómetros de Ribadesella y  ¡la playa!, a 2 kilómetros de Arriondas  (donde se celebra el famosísimo  Descenso del Sella), y a unos 20 kilómetros de los propios Picos de Europa… vamos, que miro para un lado y veo nieve y miro para el otro y veo mar.


Por eso amamos Asturias, por ser tierra de fuertes contrastes y gran carácter… como siempre digo “es tan fácil ser feliz allí…”.
Es ese lugar en el mundo donde sentimos que encajamos perfectamente como piezas de puzzle.

 
Según me han contado unos vecinos casi octagenarios pero muy bien conservados, la finca se llama La Cortona, porque antiguamente había una cortona, o corte… es decir una fragua, que habría estado situada en lado inferior derecho de la siguiente fotografía, justo donde se ve el grupo de árboles.
 
 
Tengo que profundizar en su flora, pero por el momento tengo la seguridad de que en otoño recolectaremos moras, castañas y nueces. Que en caso de tener heridas las podremos hacer sanar con ombligos de venus, y que para cocinar solo tendremos que andar unos pasos para coger laurel y perejil.


 
Pero en toda esa superficie, hay un lugar en ella que para mí es muy especial… no se muy bien explicarlo, habría que hablar de sensaciones. Es la zona de las ruinas. Es un lugar totalmente colonizado por la vegetación, donde se respira una paz muy especial y donde me podría pasar horas enteras bajo la sombra de los castaños que presiden este lugar y simplemente mirando al horizonte permitiendo a mis ojos que se llenen de verde.
 

Ahora solo nos  queda  armarnos de paciencia, jugar a la lotería o proponer un crowdfunding para financiar la construcción de una casita ... ¿alguien me da ideas?
 


 
 
 

2 comentarios:

  1. ey... qué gozada de sitio. y de fotos; ¡yo te doy ideas para la casa! ;-)

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    1. Anda Caquel pues es verdad.... seguro que nos ayudas un montón!! Besos

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