16.09.2015
RECOLECTANDO EN EL MALAIN
¡Hola a todos!... tras este parón veraniego
(demasiado largo para mi gusto), me he propuesto no abandonar este rinconcito
mío e intentar publicar al menos una vez al mes, no vaya a ser que se me olvide
cómo funciona la cámara de fotos, y esto no puede ser….
Hoy quiero compartir con vosotros una de las
experiencias que más nos han gustado de este verano.
Si alguna vez visitáis la tierrina, es
decir Asturias, y tanto si vais con
niños (este plan es altamente
recomendable para los locos bajitos, ¡se lo pasarán en grande!) como si no, os
recomiendo que visitéis El Malaín.
El Malaín es una finca que se encuentra
cerca de la localidad de Villaviciosa, y tiene particularmente la gracia, de ser un lugar donde nosotros mismos podemos recolectar frutos
silvestres cultivados de manera natural, básicamente moras, frambuesas y
arándanos.
Cabe decir, que la mejor época para la
recolección es el verano, es decir desde Junio hasta Septiembre. Nosotros
fuimos hace un par de semanas, y aunque había de todo, si es verdad que los
arándanos eran menos abundantes.
¿Qué cómo funciona esto?, pues muy sencillo…
se llega a la finca El Malaín a través de carreterillas de la Asturias
profunda, como digo yo. Una vez allí, te facilitan una
caja de plástico, de esas de las frutas, y te la llenan con unos cestillos
transparentes.
Nosotros podemos recorrer libremente la
finca, durante todo el tiempo que queramos, recolectando los diferentes frutos
y echándolos en los cestillos transparentes. Cada cestillo lleno cuesta 2 euros
que se paga al finalizar la recogida.
De manera que uno puede ir allí, olvidarse
de todo y de todos, y dedicarse nada más que a recoger frutillos silvestres.
El entorno es una verdadera maravilla, como
lo es toda Asturias (¡que voy a decir yo que no se sepa ya!), pero más increíble
es el rato que se pasa allí, en pleno contacto con la naturaleza, concentrándose en elegir los mejores frutos que
llevarse a casa, para hacer por ejemplo unas riquísimas mermeladas (¡que por
supuesto se hicieron!), para adornar algún bizcocho o tarta, o para tomárselos
solos. Además, y aunque hay carteles que hacen un llamamiento a la prudencia
(jejeje), es inevitable ir recolectando e ir comiéndose a la vez los frutos.
Desde luego las moras, son las más grandes que he visto en mi vida, casi del
tamaño de esas de golosina, y por supuesto buenísimas.
Al finalizar el recorrido, o cuando nos
hayamos cansado, toca el momento de pasar por caja para pagar lo que hemos
recogido. Y allí es donde te sorprenden con los riquísimos helados de frambuesa
o arándanos que elaboran con los propios frutos de la finca. De verdad, no
exagero, son espectaculares. Además ya aprovechan y te venden tomates de esos
que saben a tomates de verdad, y que los madrileños que compramos en el súper
echamos tanto de menos. Así que te vas de allí con tus cestillos de frutos
rojos, un par de helados y tres kilos de tomates, como poco… porque también
venden confituras, bizcochos y no sé cuantas cosas más, todo a cual más
apetecible.
Así que como mis visitas a Asturias espero
que cada vez sean más frecuentes, ya tengo compromiso para el verano próximo.
El Malaín lo marcaré como cita ineludible, una, dos o las veces que hagan falta
ir.